A continuación de la Misa conventual, los monjes sacerdotes celebran Misa rezada en privado en las diferentes capillas situadas en el Claustro Chico. Al comenzar la Eucaristía, el Padre se postra en el suelo, ante el altar y se prepara con una silente meditación. Es una escena de profundo recogimiento y humildad ante la proximidad de Dios, y al mismo tiempo, un bello e impresionante cuadro que emociona la sensibilidad de cualquier espectador que pueda presenciarla.