Mi querido hermano, recibe este saludo de paz y de bien.
En primer lugar quiero hacerte llegar mi felicitación. ¡Jesús ha resucitado! Y tenemos que estar llenos de alegría y de gozo por ello. Tal y como ha venido sucediendo en el Triduo Pascual, ayer sábado durante la Vigilia, la Hermandad tuvo el honor de colaborar con la comunidad capuchina en la liturgia, tal y como se establece en los estatutos de nuestra Corporación. Mi agradecimiento a Fr. Antonio y al Padre Alfonso por dejarnos participar activamente en el Triduo Pascual.
Como Hermano Mayor he querido esperar hasta el Domingo de Resurrección para hacerte llegar algunas reflexiones sobre el Martes Santo.
Estoy tremendamente orgulloso de la reacción que tuvieron mis hermanos defensionistas cuando les fue comunicada por el Diputado Mayor de Gobierno la suspensión de la estación de penitencia. Pero no solo por la reacción de ese momento, sino por los innumerables apoyos que me han llegado en los días sucesivos. Esto es una muestra de la gran madurez y responsabilidad que atesoran los hermanos de la Defensión. Se demuestra así una vez más que los hermanos de la Defensión saben poner los intereses de la hermandad por encima de los intereses particulares. ¡Qué bella lección esta!
No pudimos salir a la calle para hacer nuestra pública protestación de fe, pero en su lugar se vivieron momentos de gran belleza y recogimiento espiritual durante la celebración del Vía-Crucis del Beato Diego José de Cádiz, magistralmente dirigido por nuestro Director Espiritual, el Padre Alfonso. Fue especialmente hermoso y cautivador ver cómo los hermanos se arrodillaban al paso del Lignum Crucis y cómo la iglesia estaba repleta de túnicas moradas. Como Hermano Mayor fue todo un orgullo presenciar tan enriquecedora experiencia.
Fueron 220 los hermanos nazarenos (niños no incluidos) que entraron en la iglesia. Son cifras estas que jamás se han visto en la cofradía desde su fundación y que debe animarnos a todos a seguir trabajando para que el año que viene sean más los hermanos que vistan la túnica y que acompañen así a Cristo y a María.
No tengo por menos que destacar igualmente el comportamiento de los más pequeños, que en una cuantía superior a cincuenta, presenciaron el Vía-Crucis en el altar mayor, con un comportamiento digno de elogio.
Gracias hermano por tu ejemplar comportamiento y saber estar. Él Señor, que ve en lo escondido, te lo premiará.
Como primer responsable de la Hermandad quisiera finalizar pidiendo perdón a los hermanos más pequeños por privarles de su ilusión de salir en la cofradía. Perdón también a los jóvenes que aprovechan la estación de penitencia para encontrarse con El y con Ella sin que les distraiga nada ni nadie. Perdón igualmente a los mayores que recuerdan otros Martes Santos y a los hermanos que ya no están. Y finalmente perdón a los costaleros y sus equipos de dirección que tanto han ensayado para hacer lucir a nuestros Sagrados Titulares en la calle. A todos pido perdón.
Por último quisiera finalizar con la misma reflexión que hice al recibir al Cristo tras la restauración. Todo en la Hermandad ha de girar en torno al Santísimo Cristo de la Defensión y nuestra Madre, María Santísima de la O. Ellos son los únicos imprescindibles. Todo por Ellos y para Ellos.
Antonio García-Figueras Romero
Hermano Mayor