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Tribuna libre

La Orden Capuchina y la Hermandad de la Defensión

11 septiembre, 2017 Por Hermandad de la Defensión

He de reconocer que estos dos últimos meses han supuesto un tiempo de sensaciones encontradas para la Hermandad de la Defensión a la que me honro en presidir. De un lado, de profunda tristeza y pesar por la unificación del convento capuchino de Jerez con el de Sanlúcar de Barrameda, con la consiguiente marcha de los dos sacerdotes de la comunidad, Fr. Alfonso de Antequera y Fr. Ricardo de Córdoba. Y por otro lado, la gran alegría de saber al fin, que el convento no se cierra y que la Orden Capuchina seguirá presente en la ciudad de Jerez para mayor Gloria de Dios nuestro Señor.

La Hermandad de la Defensión es franciscana desde su nacimiento, allá por 1957. Fue en el año 1987 cuando el por entonces Ministro General de la Orden Capuchina, Fr. Flavio Roberto Carraro, concede a la corporación mediante credencial el título de “Hermandad Franciscana” con todos los derechos y deberes espirituales que ello conlleva. Por nacimiento y por convencimiento verdadero, la Hermandad de la Defensión se siente tremendamente orgullosa de tener y vivir el carisma de nuestro seráfico Padre San Francisco de Asís. De ahí la terrible incertidumbre con la que hemos tenido que lidiar en estos dos últimos meses y que finalmente se ha disipado con la seguridad de que  la Orden Capuchina seguirá estando en Jerez.

Como decía anteriormente, los dos sacerdotes que componían la comunidad de Jerez partirán hacia distintos puntos de la geografía andaluza. Fr. Alfonso ha sido destinado a la parroquia de la Divina Pastora de Sevilla y Fr. Ricardo de Córdoba irá nuevamente hacia su ciudad natal. Quisiera aprovechar estas líneas para agradecerles a ambos los innumerables detalles que han tenido hacia la Hermandad de la Defensión.  Han sido muchos años de dedicación no solo a la Hermandad sino también al pueblo de Jerez. Forman parte ya de la historia con mayúsculas de esta ciudad.

En el caso del P. Alfonso, ha sido Director Espiritual de la Hermandad durante varias décadas y por este motivo quisiera tener un recuerdo especial hacia este sacerdote capuchino. Llegó a Jerez en 1988 y se marcha a Sevilla tras casi treinta años de estancia en esta comunidad. Ha sido Director Espiritual de la Hermandad, profesor de religión en el Instituto Álvar Núñez, capellán de las Hermanas de la Cruz y consiliario de varios equipos de Nuestra Señora. Toda una vida dedicada a la ciudad de Jerez desde su carisma franciscano. Ha sido testigo de momentos tremendamente felices, pero también de otros que no lo han sido tanto como el fallecimiento de hermanos, por todo ello se ha ganado a pulso el formar parte de la gran familia defensionista.

Es obligado y justo tener un recuerdo especial en estos momentos hacia aquellos frailes capuchinos que han pertenecido a la comunidad de Jerez y que gozan ya de la presencia de Dios Padre. Agradecimiento también que deseo hacer extensivo hacia el que ha sido Guardián de Jerez durante muchos años, Fr. Antonio Ruiz de Castroviejo Alba. Gracias por la dedicación y por los desvelos que ha tenido siempre hacia su Hermandad de la Defensión.

El próximo 14 de septiembre esta Hermandad celebrará a las 20.30 horas la festividad su titular, la Exaltación de la Santa Cruz, con una eucaristía solemne que estará presidida por el Muy Rvdo. P. Provincial de la Orden Capuchina en España, Fr. Benjamín Echeverría Martínez. Deseo tener un reconocimiento especial hacia El Padre Provincial por la sensibilidad mostrada hacia este convento de Jerez, a buen seguro que no habrá sido fácil mantener abierto el mismo, pero felizmente así ha sido y también por haber aceptado nuestra invitación para presidir la eucaristía. Hemos considerado oportuno en la Hermandad de la Defensión que dicha eucaristía sea la despedida oficial que el pueblo de Jerez le brinde a esta comunidad de frailes que tanto ha dado por Jerez. Quedan pues todos invitados el próximo jueves para cumplimentar a esta comunidad de religiosos. Paz y bien.

Fernando Barrera Romero

Hermano Mayor de la Hermandad de la Defensión

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El Convento de Capuchinos. El regreso de la Orden Capuchina a Jerez.

8 septiembre, 2017 Por Hermandad de la Defensión

Ante la reciente noticia de la unificación de las casas capuchinas de Jerez y Sanlúcar, detallo a continuación cómo fue la última llegada de la Orden Capuchina a Jerez.

Corría el año 1953 cuando la Ciudad vivía un momento cumbre de su espiritualidad. Tras la Misión General, que hizo volcarse a los católicos jerezanos en las Iglesias y conventos, fue el momento propicio para reiniciar su andadura una Orden religiosa que ya en nuestra ciudad antes de la desamortización de Mendizábal había tenido una amplia implantación entre los fieles jerezanos y que contó entre sus hijos más preclaros a Fray Francisco de Jerez, por poner un ejemplo, que hizo una gran labor apostólica  entre los jerezanos.

Había llegado el momento, y así lo comprendieron los miembros de la Orden capuchina, de volver a Jerez, al lugar donde el Gobierno anticlerical del siglo XIX había implantado un Hospicio, posteriormente denominado Hogar de la Purísima Concepción, regentado por los Salesianos por encargo de la Diputación Provincial. Ésta Administración entregó a la Orden capuchina el edificio y los anexos que antaño le habían pertenecido allá por el año 1953 fecha en la que la primera Comunidad de la Orden llegó a Jerez, siendo nombrado Guardián el Padre Jerónimo de Málaga, que siempre estará en el recuerdo de los miembros de la Hermandad de la Defensión por su entrega y la fama que se creó entre ellos de hombre santo que empezó a gestionar la ingente labor de levantar una Iglesia en ruinas. No cabe duda que fue un acierto que a su muerte, se trasladaran sus restos mortales a Jerez, descansando en la actualidad en la Capilla de María Santísima de la O.

Como motor de la construcción de la nueva Iglesia, un sacerdote capuchino de la República Dominicana, el padre Emilio de la Vega Real, se encargó en Jerez de movilizar a todas las fuerzas vivas y con la ayuda incondicional de los primeros veinticuatro hermanos fundadores de la Hermandad de la Defensión, ideó organizar un gran acto para agradecer al Ayuntamiento de la Ciudad, patrono de la fundación de la Casa de Jerez en el siglo XVII, y a la Autoridad Eclesiástica de la Archidiócesis, los apoyos recibidos para la segunda venida de los Capuchinos a la ciudad.

La intermediación de las muchas amistades labradas por éste fraile y el Padre Jerónimo hicieron factible que Don Francisco Ribas cediera el Teatro para el acto del 12 de Octubre, Fiesta de la Hispanidad, y a la que asistió por primera vez la Corporación Municipal bajo mazas y lo que es más importante, fue el Santísimo Cristo de la Defensión la primera, y por ahora única imagen que se instaló en el escenario del Teatro Villamarta.

El Cardenal Arzobispo de Sevilla estuvo presente junto con las primeras autoridades de Jerez, tanto civiles como militares, así como el citado Ayuntamiento bajo mazas presidido por el Alcalde Don Álvaro Domecq y Diez y un buen número de religiosos Capuchinos que de distintos puntos de la provincia de la Orden quisieron unirse al acto. Se inició el acto con unas palabras de Fray Emilio de la Vega Real, verdadero promotor de la llegada de los Capuchinos.

Y llegó el plato fuerte del acto que fue la grandiosa disertación que como motivo central del acto pronunció el ilustre escritor, poeta y mantenedor de tantos actos religiosos y poéticos Don Francisco Montero Galvache, que tituló su discurso “El Cristo de la Defensión, honor y gloria de Jerez” siendo presentado por Fray Buenaventura de Cogollos Vega, provincial de la Orden en Andalucía. La Banda Municipal interpretó el Himno Nacional como se hizo al inicio, poniendo así un broche de oro a un acto que no pudo ser mejor pórtico de la entrada de la Orden Capuchina a Jerez.

 

Fernando Barrera Cuñado

Hermano Fundador de la Defensión

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Cristianismo, cultura y cofradías

3 mayo, 2017 Por Hermandad de la Defensión

Siempre me sorprendo, y a la misma vez me asusta, cuando escucho la negativa y la crítica injustificada a nuestras tradiciones y a la forma de expresar nuestra religiosidad.

Me pregunto cual es el punto de partida para que tantos jóvenes y no tan jóvenes de nuestro entorno tengan como único nexo de conexión con la Iglesia a las hermandades. Que hay en el fondo de esta expresión cultural tan nuestra.

A mi entender es que las hermandades, romerías, peregrinaciones o devociones populares, todo lo que nos ofrece la Iglesia y está reconocido por ella, nos invita a vivir a cada uno de nosotros partiendo del hecho de que Cristo está presente, y esto genera un hecho cultural que en el fondo es un milagro de una sinergia entre la obra humana con todos sus límites y la obra omnipotente del Señor.

En esto consiste vivir esta expresión cultural de nuestra fe. La fe genera una expresión cultural que trasmite un significado de vida lleno de certeza. Todas las críticas que generan esta expresión de vivir el cristianismo, ya sea dentro de la misma Iglesia o fuera de ella, es la falta de reconocer que con Cristo ha comenzado la verdadera sabiduría. La continuación real de su presencia entre nosotros , la comunidad de la Iglesia y de sus expresiones culturales y carismáticas, es el ámbito de nuestra “metanoia”, el lugar donde la mentalidad de Jesucristo puede convertirse en nuestra mentalidad. Es decir la comunidad de la Iglesia y todas sus expresiones se convierten en matriz de la cultura cristiana. Por lo tanto nuestra religiosidad popular es un lugar privilegiado para verificar esta continuidad de Cristo en nosotros.

El cristianismo hoy en dia es fuente de cultura si se acepta el ritmo y la ley de la comunidad donde surge; es algo que no se puede realizar aisladamente sin tener en cuenta los datos sociológicos e históricos del lugar. El cristianismo vivido por ejemplo desde las cofradías, desde esta expresión de religiosidad popular, convierte la vivencia de nuestra sociedad en una dependencia integral, que se convierte en criterios educativos reales para afrontar todas las dimensiones de la realidad.

El término cultura cristiana como nos indica el teólogo y educador D. Giussani, se vuelve equívoco y a menudo se vacía explícitamente de contenido cuando la adhesión a la Iglesia o a cualquiera de sus carisma es solo formal. Entonces, sigue diciendo D. Giussani, no puede nacer una cultura cristiana, no puede suceder el milagro de una personalidad integralmente cristiana; tenemos que resignarnos a la tristeza de una “sal que se vuelve sosa”, a “un talento metido bajo tierra por miedo a perderlo”, o se multiplican esos individuos sobre los que San Juan ponía en guardia a los primeros cristianos, diciendo; “Están con nosotros , pero no son de los nuestros”.

Tomarse en serio el cristianismo, es tomarse en serio la tradición, tomarse en serio el pasado, y esto significa comprometerse con él en la forma que lo hemos recibido para poder descubrir su correspondencia en nuestra actualidad. Fidelidad y libertad, son pues las condiciones sin las cuales no existe el sentido del pasado ni de la tradición que hemos recibido. Porque la tradición es algo permanente que se moviliza en formas siempre nuevas. Sin permanencia no existiría tampoco novedad, sólo una frustración continua de todo.

Tomar en serio la educación cristiana de nuestros jóvenes en cualquier ámbito, ya sea colegios religiosos, hermandades, asociaciones, es tomar en serio y reconocer la tradición , la historia, el carisma de donde nacemos, es nuestro primer deber y por tanto, la tarea mas urgente de nuestra vida cultural porque de ella derivará nuestro compromiso con la sociedad donde estamos.

Un cristianismo que no genera cultura, es un cristianismo que no será verificable por su falta de universalidad y un cristianismo que no reconoce la labor de nuestras hermandades y cofradías es un cristianismo que está llamados a secarse, a desaparecer. Y eso lo podemos observar en miles de ciudades, de colegios, instituciones religiosas.

Estemos en comunión con la historia sin olvidarnos de ella porque generar una cultura cristiana es precisamente una manera de ver, de percibir, y de decidir con respecto a todo. Nuestras hermandades y cofradías son acontecimiento cultural que debemos trasmitir, cuidar y mejorar.

 

Juan Antonio Vital Santos

Sacerdote

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Carta del Hermano Mayor

27 marzo, 2016 Por Hermandad de la Defensión

hermano mayor 2015

Mi querido hermano, recibe este saludo de paz y de bien.

En primer lugar quiero hacerte llegar mi felicitación. ¡Jesús ha resucitado! Y tenemos que estar llenos de alegría y de gozo por ello. Tal y como ha venido sucediendo en el Triduo Pascual, ayer sábado durante la Vigilia, la Hermandad tuvo el honor de colaborar con la comunidad capuchina en la liturgia, tal y como se establece en los estatutos de nuestra Corporación. Mi agradecimiento a Fr. Antonio y al Padre Alfonso por dejarnos participar activamente en el Triduo Pascual.

Como Hermano Mayor he querido esperar hasta el Domingo de Resurrección para hacerte llegar algunas reflexiones sobre el Martes Santo.

Estoy tremendamente orgulloso de la reacción que tuvieron mis hermanos defensionistas cuando les fue comunicada por el Diputado Mayor de Gobierno la suspensión de la estación de penitencia. Pero no solo por la reacción de ese momento, sino por los innumerables apoyos que me han llegado en los días sucesivos. Esto es una muestra de la gran madurez y responsabilidad que atesoran los hermanos de la Defensión. Se demuestra así una vez más que los hermanos de la Defensión saben poner los intereses de la hermandad por encima de los intereses particulares. ¡Qué bella lección esta!

No pudimos salir a la calle para hacer nuestra pública protestación de fe, pero en su lugar se vivieron momentos de gran belleza y recogimiento espiritual durante la celebración del Vía-Crucis del Beato Diego José de Cádiz, magistralmente dirigido por nuestro Director Espiritual, el Padre Alfonso. Fue especialmente hermoso y cautivador ver cómo los hermanos se arrodillaban al paso del Lignum Crucis y cómo la iglesia estaba repleta de túnicas moradas. Como Hermano Mayor fue todo un orgullo presenciar tan enriquecedora experiencia.

Fueron 220 los hermanos nazarenos (niños no incluidos) que entraron en la iglesia. Son cifras estas que jamás se han visto en la cofradía desde su fundación y que debe animarnos a todos a seguir trabajando para que el año que viene sean más los hermanos que vistan la túnica y que acompañen así a Cristo y a María.

No tengo por menos que destacar igualmente el comportamiento de los más pequeños, que en una cuantía superior a cincuenta, presenciaron el Vía-Crucis en el altar mayor, con un comportamiento digno de elogio.

Gracias hermano por tu ejemplar comportamiento y saber estar. Él Señor, que ve en lo escondido, te lo premiará.

Como primer responsable de la Hermandad quisiera finalizar pidiendo perdón a los hermanos más pequeños por privarles de su ilusión de salir en la cofradía. Perdón también a los jóvenes que aprovechan la estación de penitencia para encontrarse con El y con Ella sin que les distraiga nada ni nadie. Perdón igualmente a los mayores que recuerdan otros Martes Santos y a los hermanos que ya no están. Y finalmente perdón a los costaleros y sus equipos de dirección que tanto han ensayado para hacer lucir a nuestros Sagrados Titulares en la calle. A todos pido perdón.

Por último quisiera finalizar con la misma reflexión que hice al recibir al Cristo tras la restauración. Todo en la Hermandad ha de girar en torno al Santísimo Cristo de la Defensión y nuestra Madre, María Santísima de la O. Ellos son los únicos imprescindibles. Todo por Ellos y para Ellos.

Antonio García-Figueras Romero

Hermano Mayor

Archivado en:Tribuna libre Etiquetado con:Defensión, Hermano Mayor Defensión, Martes Santo 2016, Virgen de la O

La Cruz y el Cristo de la Defensión

1 febrero, 2016 Por Hermandad de la Defensión

Adoración Cruz

Desde el 21 de noviembre de 2012, por Decreto del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Jerez, la Santa Cruz es titular de la hermandad de la Defensión y a ella dedica varios actos durante el año.

Uno de estos actos es la adoración a la Cruz con el Cristo de la Defensión, con oración al estilo Taizé, que tuvo lugar el pasado 22 de enero. Dicho acto es todo un ejemplo de cómo se pueden aprovechar sinergias de distintos colectivos, relegando los intereses individuales en favor de un objetivo común.

Coorganizada por la hermandad de la Defensión, colegio de la Compañía de María, comunidad de Capuchinos y Seminario Diocesano, la oración desbordó cualquier previsión de asistencia. Si la presencia de fieles se había superado cada año llenando prácticamente la iglesia, lo de este año excedió cualquier previsión.

Niños, adolescentes, adultos y personas mayores se congregaron alrededor del Cristo para acompañarlo durante más de una hora. No tengo por menos que destacar la masiva participación de niños y adolescentes un viernes a las nueve de la noche, lo que confirma que nuestra juventud también viene pidiendo su sitio.

Fueron momentos muy emocionantes al poder contemplar cómo personas de todas las edades, condición y sexo estaban alrededor del Cristo, arrodillados, tocando su cruz y respetando su cuerpo con enorme sensibilidad. Cientos de agradecimientos, cientos de peticiones y ruegos que solo Él conoce y que quedarán almacenadas en la nueva cruz del Cristo. No se me ocurre mejor forma de estrenarla. Miles de miradas que en ocasiones se empañaban con lágrimas de tristeza, pero llenas de esperanza al tener delante al Cristo de la Defensión.

Y hablando de esperanza. En un rincón de la iglesia, la Virgen de la O iluminada con los seis cirios que la escoltan siempre en su capilla. Ese fue el lugar elegido por uno de los muchos sacerdotes que participaron en el acto, para confesar a los fieles que así lo quisieron. Al finalizar de la oración reconoció que, allí en la capilla de la Virgen de la O, había disfrutado de una sensación especial al contar con Su compañía. Al lado de la capilla, el altar donde se ubica la cruz de guía de la hermandad de la Defensión que contiene la reliquia del Lignum Crucis, iluminada por cuatro cirios rojos. Todo componía un ambiente absolutamente perfecto que invitaba ciertamente a la oración y al recogimiento personal.

Finalmente me gustaría agradecer al colegio de la Compañía de María, especialmente a su magnífico coro y al departamento de pastoral, sus horas de trabajo y preparación para que todo saliera sencillamente perfecto. Igualmente al Rector del Seminario y a nuestros hermanos seminaristas agradecerles la organización del acto. Por último, mi gratitud a la comunidad capuchina, especialmente al Guardián y a nuestro Director Espiritual, por confiar una vez más en la junta de gobierno. Termino con el lema cartujo: “la cruz permanece mientras el mundo gira”.

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Cristo de la Defensión

17 enero, 2016 Por Hermandad de la Defensión

DEFENSIÓN-4624

Fin a nueve meses de ausencia

El pasado 13 de enero fue un día grande para esta hermandad y por ende para la ciudad de Jerez al contar nuevamente entre nosotros con la bendita Imagen del Santísimo Cristo de la Defensión. Han pasado nada más y nada menos que nueves meses desde aquel lejano Lunes de Pascua de Resurrección en el que el Cristo marchaba nuevamente a Sevilla para culminar con la segunda fase de la restauración. Nueve meses de ausencia sobrellevados con su imborrable recuerdo. Nueve meses imaginando su silueta y su cara entre estos muros capuchinos.

Quisiera abrir un breve pero sentido capítulo de agradecimientos, pues la restauración que hoy contemplamos ha sido posible gracias a la ayuda y a la colaboración de muchísimas personas anónimas. Ese anonimato que tan a gala llevamos el Martes Santo y que debe caracterizar las obras de los hermanos de la Defensión. Prescindir de dicho anonimato sería renunciar al espíritu que impregna los más profundo y esencial de nuestra hermandad.

En primer lugar quisiera agradecer a la Comunidad de Hermanos Menores Capuchinos la confianza depositada desde el primer momento en la hermandad para poder llevar a cabo el necesario y urgente proceso de restauración. Decisiones importantes como esta requieren altura de mente y actitudes valientes. Gracias una vez más al Guardián por su comprensión y por su apoyo incondicional. Sin su concurso nada de esto podría haberse llevado a cabo, por lo que él es corresponsable de la maravilla y de la belleza del que nuevamente preside el convento de capuchinos.

Gracias también a los cientos de hermanos y devotos que con sus donativos han hecho posible que la sanación del Cristo pudiera llevarse a cabo. No puedo por menos que calificar de ejemplar la respuesta de los hermanos en las ocasiones en las que se les ha demandado ayuda económica para poder afrontar con seguridad y garantía este proceso. Ha sido sin lugar a dudas una gratificante lección de humanidad.

Mi agradecimiento como no podía ser de otra manera, a los miembros de la anterior junta de gobierno por su implicación y por su esfuerzo. Gracias igualmente a los medios de comunicación por la sensibilidad con la que siempre han tratado la restauración del Cristo, mostrando la mejor predisposición para difundir la información sobre su evolución.

Por último, mostrar mi público agradecimiento también al restaurador Pedro Manzano Beltrán por su profesionalidad y buen hacer, así como al ebanista autor de la cruz, Enrique Gonzálvez González.

Quisiera terminar con una breve reflexión. Todo en esta hermandad debe girar en torno al Cristo de la Defensión y a Su Madre, nuestra Señora de la O. Todos los hermanos, empezando por el hermano mayor, debemos asumir esta verdad absoluta. No cabe interpretación adicional o contraria. Nuestro Titulares son lo más importante. No existe nada más. Por ello quiero aprovechar este acto en el que recibimos al Cristo de la Defensión para que todos en la hermandad estemos en común unión y vivamos de forma intensa la cuaresma que se avecina.

Antonio García-Figueras Romero

Hermano Mayor de la Defensión

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Fray Alejandro de Málaga

16 julio, 2015 Por Hermandad de la Defensión

fray alejandro

En el día de hoy Fr. Alejandro cumpliría 87 años.

Aunque por esperada no ha sido para mí menos triste su muerte. Nos conocimos hace más de sesenta años y desde entonces he seguido la trayectoria de su vida, una vida de trabajo, oración y piedad, envuelto en el cariño que la amistad nos deparaba.

Corría el año de 1953 cuando los restos del Convento Capuchino eran ocupados de nuevo por los frailes menores y un joven escultor se afanaba en hacer repetidas copias de la imagen del Santísimo Cristo de la Defensión, que presidía la incipiente vida conventual. Francisco Pinto Barraquero ha sido el artista que mejor conoció la anatomía de este crucificado y tenía una certera precisión de aquellos puntos por donde mover su gubia.

Era entonces Guardián del convento Fray Jerónimo de Málaga, un virtuoso sacerdote cuya vida fue emblema de santidad. Recuerdo, Fray Alejandro, como por aquellos días y en plena juventud atendía con solicitud y entrega a aquella incipiente comunidad a la que se añadía el artista que había puesto la imagen de la Defensión como norte y guía de su obra y había hecho de aquellas escasas y pobres habitaciones que conformaban el cenobio capuchino su estudio y taller escultórico.

Por aquellos años se inauguraba en el paseo de Capuchinos el flamante Instituto Padre Luis Coloma. En mis idas y venidas diarias a sus aulas se hizo para mí obligado el paso por el convento, conociendo así la vida capuchina y el valor del arte. Mi incorporación esporádica a la fraternidad capuchina hizo que pusiese los cimientos, la primera piedra de la que hoy es nuestra hermandad y cofradía de la Defensión y que tuvo en su persona un gran soporte y una decisiva adhesión.

Allí, Fray Alejandro, hablábamos de que en aquellos altos de San Benito, antes de vuestra llegada en 1639, habían tenido su retiro los religiosos carmelitas, que por la ayuda prestada a la ciudad en la epidemia de peste de 1600 el Cabildo Municipal les dio acomodo en el Jerez intramuros. No sé porqué ese eslabón carmelita me hizo, tras conocerle Fray Alejandro tantos años, incardinar su figura a Juan de Yepes, ese místico abulense que la iglesia conoce como San Juan de la Cruz. Podía haberme quedado en la inspiración y la santidad del capuchino Diego José de Cádiz, aquel santo que se extasiaba ante nuestro Cristo en el coro bajo del Convento Capuchino.

Su vida, Fray Alejandro, fue una decidida entrega a Dios y al prójimo. A Dios desde su continua oración ante el Santísimo Sacramento y en sus constantes letanías a Nuestra Señora. Al prójimo desde su acercamiento a los necesitados y a los enfermos. Recuerdo ahora su labor de enfermero en la antesala de la muerte del beato Fray Leopoldo de Alpandeire.

Granada, Antequera, Sanlúcar de Barrameda, donde aún quedan los recuerdos de unos excepcionales trabajos belenísticos y tantos rincones de nuestra geografía andaluza que han conocido sus dotes artísticas como pintor, como restaurador y como poeta. No tenemos más que acercarnos al Adalid Seráfico para conocer la profundidad de su fe, en su verso sereno, armonioso y exacto. Sublime y elevado, como si se tratara de la Llama de Amor viva o del Cántico Espiritual del santo carmelita de Fontiveros.

Aquí en Jerez nos queda su recuerdo en la sobriedad y desnudez de su celda, donde las únicas pertenencias la conformaban una cruz y una imagen de la Virgen de Lourdes, bendecida por un cardenal de la Iglesia en la Basílica de Nuestra Señora. Y sus últimos años en cualquier rincón de la iglesia conventual sumido en la oración y en el recogimiento.

Sé que a las puertas de la Gloria le esperarían San Francisco y Santa Clara de Asís y que allí resonarían los versos de la mística española. El más ferviente homenaje a este sencillo y generoso capuchino amante de la belleza y que puso como meta de su vida el seguir las huellas de Nuestro Señor.

Mil gracias derramando,

pasó por estos sotos con presura.

Y yéndolos mirando,

con su sola figura

vestidos los dejó de su hermosura.

 

 

                                 Francisco Fernández García-Figueras

                                 Hermano Fundador de la Defensión

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