Santísimo Cristo de la Defensión
Se trata de una Imagen neoclásica, no solo por la fecha de ejecución, sino por la composición y técnica empleadas. Tiene un rostro sereno, de rasgos finos y apolíneos, casi griegos. Presenta la boca entreabierta y la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, no presentando corona de espinas ni potencias, lo cual hace que se resalte la perfección de la cabeza y la hermosura de los cabellos, tratados a base de largos mechones rizados que caen en su mayor parte por el lado derecho.
Se trata de una imagen que transmite una gran serenidad, y cuyos postulados estéticos habría que buscarlos entre las enseñanzas que Esteve recibió de los hermanos Ignacio y José Vergara, fundadores de una Academia de Bellas Artes en Valencia. El Crucificado presenta una anatomía majestuosa y serena, alcanzando el metro ochenta de estatura. Aparece sujeto a la cruz por cuatro clavos, apoyando los pies sobre un supedaneo. El paño de pureza forma un lazo en el costado derecho, estando compuesto por pliegues sencillos.
En las rodillas el autor se mostró realista, pues aparecen desgarradas y contusionadas. La herida del costado, abierta por la lanzada, está tallada, no sólo policromada. Las manos y los pies revelan a un consumado conocedor de la anatomía humana. Desde el punto de vista médico, los clavos han producido contusiones en manos y pies que aparecen reflejadas con un realismo impactante.
Este Crucificado corresponde a la fase de formación definitiva de este imaginero valenciano, adornado con las esencias de sabor popular y castizo. Es un Cristo que irradia equilibrio porque las ideas artísticas de Esteve ya se han serenado, alcanzando y culminando la perfección de su técnica, que se nos ofrece en esta talla depurada y exquisita. Es un Crucificado de una gran elegancia y de una fuerza plástica que consigue emocionar al espectador. En esta talla, Esteve logró conjugar los postulados neoclásicos imperantes en su época, evitando las estridencias que se alcanzaron en los momentos más impetuosos del barroco.
María Santísima de la O
Es una imagen de la Virgen muy hermosa, de carnaduras nacaradas y sonrosadas, de facciones grandes y bellas, que expresa con un gesto una honda tristeza y, con sus manos, una interrogación palpante.
Anterior a la talla actual de Dolorosa, hubo una primitiva, realizada por Tomás Chaveli en 1955 y bendecida en la Cuaresma de 1958. En la Semana Mayor del año 1966, realiza Estación Penitencial por primera vez, bajo palio, pero la imagen que hizo estación ya no fue la de Chaveli, sino que en el paso iba una Dolorosa de mucha calidad, antigua, que la comunidad de Capuchinos tenía en depósito. El inconveniente era su reducido tamaño para un paso de Palio, siendo sustituida por la actual, de mayor envergadura en 1972, en que hace Estación de Penitencia. En 1973 y 1974 volvió a salir en su paso de palio, decidiendo la cofradía procesionar con un único paso a partir del año siguiente.
No volvió a procesionar la Señora de la O hasta 1992, año en que volvió a sacar la cofradía el paso de palio a la calle. Desde entonces y hasta la fecha continúa sacando la cofradía a su Titular Mariana.