Un extraordinario altar coronado por la dulcísima belleza de María es marco incomparable para unos cultos realmente sobresalientes.
Tras el Rezo del Rosario, Bendicion del Santísimo y Reserva de Su Divina Majestad, la procesión de entrada ya advierte de la enorme solemnidad de la celebración. El Padre Antonio Durán Borrego, flanqueado por un formalísimo cuerpo de acólitos, avanza por el pasillo central del templo.
Ángel Hortas interpreta con suma sensibilidad el hermoso cántico «Hija del Pueblo María», que evoca a muchos de los presentes la estrecha vinculación de la Virgen con el colegio de la Compañía.
La entrada da paso al saludo del Padre Antonio, que se dirige a los miembros de la Junta de Gobierno y al resto de la asamblea, en el tono cercano y entrañable que ha caracterizado su predicación. En la mesa de respeto, donde se encuentran nuestra Teniente-Hermano Mayor y el Secretario, ocupa un lugar preferente D. Antonio J. Torres Martinez, presidente nacional de la Fundación Red Madre, a la izquierda del Hermano Mayor, que es quien la preside. Doña Almudena Pérez Portero ostenta la representación del colegio de la Compañia de María.
Dos ideas principales subyacen en la homilía del Padre Antonio, de nuevo, brillante y profunda. En primer lugar, la importancia de dotar de verdadero sentido a la Navidad, huyendo de artificios y superficialidades. Y, como no, la necesidad de vivir la vida con Esperanza. El cariñoso guiño que el oficiante tuvo para RedMadre durante su predicación tuvo también su refrendo en la Oración de fieles, leída con seriedad y compostura por los jóvenes de la hermandad, que pidieron expresamente por la institución y por su labor pro-vida.
El virtuosismo del maestro organista Ángel Hortas continúa dando solemnidad a la celebración, interpretando durante el Ofertorio el «Ave María» de Schubert y propiciando la emoción de los fieles, que admirados con semejante puesta en escena, buscaban la mirada de Nuestra Madre, entronizada como nunca y hermosamente custodiada por la Santísima y Serena Defensión de su hijo clavada en cruz. Antes de la bendición final fue vibrante también su interpretación del «Salve Regina», instantes después de que el Padre Antonio invitara a los fieles a permanecer en las bancas y a ser testigos de la entrega de la I distinción «Esperanza de los niños».
Este acto comenzó con la lectura del acta de creación del citado reconocimiento por parte del secretario. A continuación, el Hermano Mayor hace entrega de la distinción al Presidente de RedMadre, D. Antonio J. Torres Martínez, que muy emocionado, dirige unas palabras de agradecimiento a la hermandad y a los presentes, dando especial énfasis al valor de la vida humana y recordando lo penoso que resulta que un país dedique mucho más dinero a la industria abortista que a ayudar a madres que dudan o tienen problemas para traer a sus hijos al mundo. Finaliza su intervención con una interpretación libre y muy emotiva de unos versos de Pemán, dirigidos a la Virgen de la O. La réplica corre a cargo del Hermano Mayor, que enumera los méritos que hacen a RedMadre merecedora de tal distinción y recuerda el lugar preferente que la colaboración con RedMadre ocupa en la obra social de la hermandad.
En un formidable colofón, no solo para tan breve pero entrañable acto, sino para el Triduo, Ángel Hortas interpreta, para la Procesión de Salida la plegaria a la Virgen de la O.
Proseguimos en nuestra casa de hermandad con una muy concurrida convivencia en torno a un estupendo ágape, al que acudieron el Presidente de RedMadre, junto a su esposa, y muchos miembros de la asociación a nivel local.
También nos acompañaron el Padre Antonio, que recibió numerosas felicitaciones y agradecimientos por la categoría y hondura de su predicación, y el Doctor en Medicina y Especialista en Cirugía, D. José Miguel Merino Aranda, que preludiara estos días tan señalados con su genial conferencia «En defensa de la vida». De su boca, en animada conversación con el Padre Antonio, el Hermano Mayor y otros miembros de la Junta de Gobierno, salió una frase que bien pudiera resumir el eje central de lo que estábamos celebrando, en fecha además tan señalada: «Una sola vida que se salve habrá merecido la pena».