En este Martes Santo tan especial, marcado por ausencias físicas que no espirituales, quisiera destacar la figura de Pepe Prieto. Fue hermano fundador de la Hermandad de la Defensión, concretamente el número once de los veinticuatro que allá por el año 1957 iniciaron ese bendito sueño alrededor del Cristo de la Defensión. Falleció el pasado 12 de junio tras una larga enfermedad, a la que combatió con gran fortaleza. Como no podía ser de otra manera, fue amortajado con su túnica nazarena y su papeleta de sitio para realizar la última estación de penitencia hacia el Padre.
Ocupó varios puestos en diferentes juntas de gobierno, pero siempre será recordado como el Hermano Mayor (2004-2008) que organizó y llevó a cabo la celebración del cincuenta aniversario fundacional de la Hermandad en el año 2007. Forma parte pues de la historia con mayúsculas de la Defensión. Llegó en el momento justo a la vara dorada, cuando se necesitaba una persona con sus características. Él, como hermano fundador, fue el Hermano Mayor del Cincuentenario.
Trabajó de forma incansable para que la efeméride antes citada uniera aún más a la Hermandad, cuidando en todo momento que las tensiones lógicas de una celebración como esta se resolvieran en el momento y consiguió acercar a los venerables (así llamamos en la Hermandad a nuestros mayores) hacia los jóvenes y viceversa. Siempre tuvo un amor especial por la Virgen de la O, a la que acompañó con su túnica durante los cuatro años de su mandato.
Pepe Prieto fue una persona entrañable, con un gran sentido del humor e ingenio. Se dio las trazas para que el cartel anunciador del cincuentenario fuera una pintura del famoso pintor sevillano Juan Valdés, que no le costó un euro a la Hermandad, con la colaboración inestimable de Fray Antonio. Fue el autor del prólogo del libro que recoge los cincuenta años de historia de la corporación, consiguió la salida extraordinaria del Cristo de la Defensión y que la Casa Real presidiera el Comité de Honor para la celebración del cincuentenario. Logros todos estos al alcance de muy pocos y que hacen una idea de la excepcionalidad de la persona.
Pepe siempre fue una persona cercana y sencilla. Muy detallista. No tuvo complejos a la hora de pedir disculpas si algún hermano no estaba satisfecho con alguna situación, lo que indica su gran humildad y caballerosidad. Persona también muy cercana y sensible a la obra social, colaboraba en lo que podía con su vecina parroquia de San Rafael.
Sirvan estas palabras para dejar patente y constancia escrita del agradecimiento de la familia defensionista hacia Pepe Prieto por todo el trabajo que realizó. Gracias a él y a todos los hermanos mayores que me precedieron, por habernos legado lo que hoy es la Hermandad de la Defensión.
Fernando Barrera Romero
Hermano Mayor de la Defensión