Aun con las dudas y dificultades que en lo meteorológico planteaba la jornada de ayer desde primera hora –y anhelando el regreso de la completa normalidad-, Capuchinos volvió a vivir un Martes Santo para recordar, haciéndose palpables, de la mañana a la noche, los tres espíritus que marcan el carácter y la propia historia de la hermandad: el franciscano, el castrense y el cartujo.
A las once horas, a los sones de la marcha “Cristo de la Defensión” interpretada por la Banda de Música del Cuartel General de la Fuerza Terrestre (antiguo Soria 9), daban comienzo los actos de la mañana. La Procesión de Entrada accedía a la iglesia por la calle Divina Pastora, con la Cruz Conventual al frente y presidida por el Hermano Mayor, el General Jefe de la Fuerza Terrestre, el coronel del Regimiento de Artillería Antiaérea número 74 y la Teniente Hermano Mayor, seguidos por celebrante y concelebrantes, cerrando una escuadra de batidores y guiones.
Ubicados escrupulosamente siguiendo el protocolo de la hermandad, representaciones de las Fuerzas Armadas (Tierra, Aire y Armada) y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado -Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía-, representantes civiles y políticos, hermanos, feligreses y devotos.
La Eucaristía estuvo presidida por e Capellán Mayor de la Circunscripción Eclesiástica número V, D. Gonzalo Núñez del Castillo del Arzobispado Castrense de España, siendo concelebrada por el Coronel, D. Javier Rodríguez de la Borbolla y el capellán del Regimiento AAA 74, D. Fernando Munera.
Durante la celebración, especialmente en la homilía, D. Gonzalo Nuñez del Castillo quiso transmitir a los presentes el cariño y la cercanía del Arzobispo Castrense D. Juan Antonio Aznárez Cobo, ensalzando el papel y la misión de las Fuerzas Armadas en territorio nacional y allende nuestras fronteras, teniendo particularmente presente la situación en Ucrania y destacando la vinculación entre la hermandad y el estamento militar.
Muestra de ese vinculo con la milicia y las FFCC de Seguridad del Estado es que la lectura, el salmo y oración de los fieles fueron realizadas por el Teniente coronel D. Sergio Martín, del Grupo I del RAAA74, el presidente de la Asociación “Santo Ángel”, D. Antonio Padillo y el Suboficial Mayor del Grupo de Acción Naval de la Armada, D. Jesús Gómez Gómez, respectivamente.
Tras la homilía, el General Jefe de la Fuerza Terrestre, D. José Rodríguez García fue recibido como Hermano Honorario de la hermandad a los pies del Santísimo Cristo, siéndole impuesta la medalla por el Director Espirtual y dándosele a besar el Evangelio, procediendo a continuación -arrodillado en el reclinatorio habilitado para la ocasión ante el paso del Cristo- a la lectura de la siempre emotiva ofrenda del Ejército al Cristo de la Defensión.
La celebración continuaría con el Rito de la Eucaristía, siendo interpretado el Himno Nacional en el momento de la Consagración.
En el silencio de la Comunión, el Hermano Mayor subió al ambón para expresar su agradecimiento a todos los presentes, desde los celebrantes hasta las autoridades militares y representantes civiles y políticos. Palabras también de gratitud hacia la directora del Colegio Montaigne Compañía de María por la acogida dispensada por la comunidad educativa a la hermandad con motivo del Cincuentenario de la bendición de María Santísima de la O, animando no solo a mantener ese vínculo histórico, sino a fortalecerlo en el futuro.
Antes de impartir la bendición final, D. Gonzalo Núñez del Castillo expresó su satisfacción por haber presidido un acto tan hermoso y solemne, mostrándose admirado por la belleza de nuestros Sagrados Titulares.
A continuación se inició la ceremonia el homenaje a quienes dieron su vida por España, que comienzaría con la lectura por parte del Secretario de la hermandad de los estremecedores versos que componen el soneto “A los mártires de la tradición”.
Al son de “La muerte no es el final”, banderines y portacoronas del RAAA74 avanzan, respectivamente, por los pasillos laterales y central del templo, viviéndose momentos de emoción indescriptible -hasta las lágrimas, en no pocos casos- que se prolongan cuando, una vez depositada la corona de flores a los pies del altar por parte del GEFUTER y el Hermano mayor, la Banda de Música del Cuartel General de la Fuerza Terrestre interpreta el toque de oración.
El acto finalizó con el regreso del piquete y guiones a sus puestos a paso ordinario y su salida del templo capuchino por la puerta de la calle Sevilla.
Antes de abandonar el convento, hermanos, devotos y muchos de los representantes militares, civiles y políticos se acercaron a contemplar al Santísimo Cristo de la Defensión y a María Santísima de la O, abriendo su corazón ante Ellos y con la mirada puesta en el cielo.
Ese cielo que lucía azul y espléndido cuando antes de las cinco de la tarde, ya eran muchos los nazarenos que se congregaban ante la puerta de la calle Sevilla para acceder al templo. Espejismo que no hizo dudar a los miembros de la Junta de Gobierno sobre su decisión de no hacer Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral, a tenor de los partes que se estaban manejando durante toda la jornada.
En cualquier caso, una decisión asumida con madurez por todos los hermanos de la corporación que se encontraban ya en la iglesia y que como cada Martes Santo, con su seriedad, recogimiento y compostura, hicieron honor, una vez más, al espíritu franciscano.
La Eucaristía estuvo oficiada por nuestro querido Director Espirtual, Padre Raúl Sánchez Flores, siendo concelebrada por nuestro entrañable Padre Alfonso Jimenez Santos.
A efectos de la organización del cortejo, se dispuso el altar ante el retablo de la Divina Pastora, flanqueado por los pasos de nuestros Sagrados Titulares y el altar de insignias de la cofradía, y presidido por la Santa Cruz, revestida por el paño humeral.
A la finalización de la Eucaristía, el Diputado Mayor de Gobierno volvió a informar de la decisión tomada por la Junta de Gobierno, comunicando que en breves instantes se iniciaría un Vía Crucis por el interior del templo, para el cual se requirió la presencia del nutridísimo pavero de la cofradía, que quedó ubicado en los escalones del presbiterio.
Precedida por dos acólitos, escoltada por dos faroles y seguida por el Palio de Respeto y una representación formada por el Hermano Mayor, Teniente Hermano Mayor y Secretario, sería la Cruz de Guía de la hermandad -portada por un hermano revestido por el paño humeral por contenerse en ella el relicario que alberga la reliquia de la Santa Cruz-, la que presidiría el Via Crucis del Beato Diego José de Cádiz, leído desde el ambón por el Director Espiritual.
Tras el ejercicio del Vía Crucis, el Padre Raúl, como es ya tradición a la finalización de cada Estación de Penitencia, rezó un Padrenuestro por cada Llaga del Santísimo Cristo y un Avemaría a la Santísima Virgen, por todas las intenciones del mundo y las particulares de cada hermano.
Posteriormente tomó la palabra el Diputado Mayor de Gobierno para indicar a los hermanos cómo debían proceder para salir del templo, recordando que hasta llegar a nuestros hogares, seguimos vistiendo la túnica y cada uno debe ser «cuidadoso celador de sí mismo».
Cuando todos los hermanos habían abandonado el templo, y una vez realizadas las labores propias de acondicionamiento del mismo para su apertura a fieles y devotos, fueron muchas las personas que a lo largo de la tarde quisieron pasar a contemplar la serena belleza del crucificado de Esteve Bonet.
Al Santisimo Cristo, en su impresionante paso de misterio, recordando y agradeciendo en esta crónica de Martes Santo el trabajo de tantos hermanos y miembros de las distintas Juntas de Gobierno que durante años han hecho posible la hermosa realidad de este fabuloso retablo andante. En sus maravillosos faldones, la historia de la hermandad y sobre todo, la de un Cristo que tallado de forma sublime por el escultor de un Rey de España, quiso venir a Jerez para ser capuchino, cartujo y castrense.
A María Santísima de la O, que lucía radiante y hermosa, con toda su candelería encendida. En cada uno de sus puntos de luz, una intencion, una plegaria o un agradecimiento que ante Ella han quedado depositadas, junto con las que alberga su precioso peticionario, regalo de su cincuentenario.
Como esa hermosisima imagen venera de la Niña María, que hace que en el paso de palio se conciten dos momentos importantes de la Santisima Virgen María: su presentación en el templo siendo una niña, y el trance de ver morir a Su Hijo en la Cruz, primorosamente expresado por Luis Alvarez Duarte en el bellísimo rostro de la Virgen de la O.
Esta dulce imagen venera, regalo del colegio Montaigne Compañía de María, nos recuerda uno de los momentos más emocionantes de la tarde del Martes Santo, cuando los niños y niñas del pavero, desde los escalones del altar mayor, presenciaron en silencio y con mucho respeto, el ejercicio del Via Crucis. La Niña María es además muy responsable de que niños de tan corta edad sepan guardar las formas en este tipo de actos, pues el excepcional trabajo del colegio con ellos, enseñándole a vivir y a celebrar la fé siempre en torno a la Virgen, sin duda da sus frutos.
Es cierto que muchos niños se quedaron con ganas de salir, algunos de ellos por vez primera, como nazarenos de la Defension. Pero no es menos cierto que muchos de ellos han compartido en estas dos últimas semanas momentos muy especiales en torno a nuestros Sagrados Titulares y eso es un gran consuelo y un estímulo para ellos.
Para ellos y para todos los hermanos de la corporación, que en nuestra mente y en nuestro corazón anhelamos que por fin, el Martes Santo de 2023 nos traiga la tan ansiada y completa normalidad. Sería el más feliz de los pronósticos.