En agosto de 1988 fray Antonio llega de comunidad al convento capuchino de Jerez procedente del convento de Sevilla. Nació en la capital hispalense en el seno de una familia de profundas convicciones religiosas. Siente la llamada de Dios a una edad temprana e ingresa como novicio en el convento de Antequera. Antes de recalar en Jerez, forma parte de las comunidades de Sanlúcar, Granada, Canarias y Sevilla. Dada su valía, ha ocupado puestos de relevancia dentro de la orden capuchina, desde Guardián del convento hasta Definidor Provincial.
El pasado 18 de enero se nos comunicó que Fr. Antonio había partido para Madrid con el objetivo de hacerse un chequeo médico. En el último año y sobre todo en estos últimos meses, fueron muchos los hermanos, fieles y devotos que nos preguntaban por su estado de salud. Era frecuente verlo pasear por las tardes en silla de ruedas y su presencia en las misas ya no era tan frecuente. La Orden Capuchina decidió tomar cartas en el asunto para cuidar a este hijo de San Francisco y así me consta que lo están haciendo.
Desconocemos si Fr. Antonio volverá a Jerez. Tal y como él decía, dejémoslo a la “Divina Providencia”. En cualquier caso, esta Hermandad que me honro en presidir quiere hacer público su agradecimiento a este siervo de Dios por lo que durante estos treinta años ha hecho por Jerez. Han sido miles los niños que han crecido con la visita obligada al Belén de Capuchinos, al igual que miles las personas que han disfrutado de las celebraciones en el convento.
En lo que respecta a la Cofradía, su impronta está grabada a fuego desde la cruz de guía hasta la imagen venera de la Virgen de los Ángeles que preside la delantera del paso de la Virgen de la O. Dicha escultura de marfil pertenece a su familia y no dudó en momento alguno en cederla para que de forma simbólica sus seres más queridos siempre acompañaran a la Virgen de la O. El ajuar de la Virgen posee varios regalos suyos y de su familia, al igual que diversos enseres que forman parte del patrimonio de la cofradía.
Tres décadas en las que su presencia y apoyo han sido constantes. En épocas de dificultad siempre nos arrancaba una sonrisa con ese humor tan peculiar, relativizando lo que para nosotros era todo un mundo, haciéndonos ver que con imaginación los retos se pueden superar. Era frecuente comprobar que en hitos importantes para la Hermandad él era el primero en aportar ideas. También ha habido momentos de desacuerdo en los que hacía valer sus galones, pero que terminaban con algún chiste recurrente que rebajaba la tensión o con alguna interpretación teatral solo imaginable para personas con una gran creatividad como era su caso.
Nunca ha sido amigo de agradecimientos. Pero hay que ser agradecidos en esta vida y la Hermandad le tributó un merecido homenaje en el año 2011 con la presencia sorpresa de su familia. Igualmente, con motivo de la publicación del libro “Defensión” editado para conmemorar el cincuenta aniversario de la fundación de la Hermandad, se le dedicó un epígrafe completo por su protagonismo en la historia de la corporación.
La Hermandad de la Defensión estará eternamente agradecida a Fr. Antonio por la labor desinteresada de este hijo de San Francisco de Asís, cuya bandera es hacer las cosas para mayor Gloria de Dios y su Amantísima Madre. Hasta siempre querido Fr. Antonio y que Dios le bendiga.
Fernando Barrera Romero
Hermano Mayor de la Defensión