La idiosincrasia de la cofradía se sustenta sobre los siguientes pilares:
Grandeza del Ceremonial
Desde la hora prevista para recibir a los Hermanos está expuesto en veneración el Santísimo Sacramento, procediendo el Director Espiritual a su Clausura antes de comenzar la Eucaristía. Se tienen previstos varios reclinatorios delante de la custodia para que los Hermanos puedan arrodillarse y hacer una reverencia, comunicándose a los Hermanos presentes la posibilidad de confesar.
Antes de la salida procesional tiene lugar una Eucaristía cuya predicación corre a cargo del Director Espiritual, sirviendo la misma de prólogo a la procesión. En la homilía se pronuncia una breve plática con el fin de invitar a todos a este acto penitencial y a cumplirlo con el mayor fervor, recordando a los cofrades que deben ofrecer su sacrificio durante la Estación de Penitencia por los Hermanos fallecidos durante el año.
En la entrada de la cofradía en el templo el cortejo permanece en perfecto orden mientras el paso de Cristo se sitúa delante del altar. Una vez el paso de Virgen en su lugar de inicio y cerradas las puertas, el Director Espiritual comienza las preces, consistentes en cinco Padrenuestros a las Llagas del Señor, mientras que el paso de Cristo discurre entre los hermanos hasta situarse en el lugar de salida.
Máxima austeridad y compostura
Los hermanos nazarenos no se despojan del antifaz en ningún momento desde que salen de sus domicilios, ni siquiera en la Iglesia. Para asistir a la procesión los hermanos visten la túnica con la mayor prestancia y sencillez, sin usar distintivo alguno que lo saque del anonimato.
El nazareno de la Defensión ocupa su mente en santos pensamientos, meditando sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y ofreciendo la penitencia que realiza por la santificación de todos los cristianos, por las intenciones del Sumo Pontífice, por la paz de España y de todo el Universo, por los Hermanos fallecidos durante el año y por las intenciones particulares de cada uno.
Fue interés de los hermanos fundadores, que la túnica fueran una réplica de la que llevaron los 24 mozos que transportaron sobre sus hombros al Crucificado en su histórico traslado desde el Monasterio de la Cartuja, en la ribera del Guadalete, hasta el convento de Capuchinos. La túnica es de cola de ruán de color morado, abierta desde el cuello a la cintura, y la longitud de la cola será la necesaria para amortajar el cuerpo del Hermano que la vista. Se complementa con antifaz de igual tejido y color que cae sobre pecho, espalda y hombros y se eleva sobre la cabeza por un armazón cónico llamado capirote que tendrá un metro de altura. En la parte delantera del antifaz llevará el escudo de la Hermandad, que estará bordado. El fajín será de esparto de 25 centímetros de anchura. Las sandalias serán de cuero y del mismo color de las usadas por la Orden Capuchina, sin usar medias ni calcetines.